Si hay un saber ancestral común a todas las eras de la humanidad a lo largo de la historia y la prehistoria es la Astrología. El estudio del movimiento de los astros, con sus infinitas interpretaciones ha sido el centro de la existencia de incontables sabios de todos los siglos. El zodíaco, de origen incierto de tan antiguo, es un sistema de símbolos que representa las constelaciones, cada una con sus características propias, y sus posiciones e interacciones entre ellas. El sabio manejo del arte de leer el zodíaco permite observar y prever los acontecimientos mundanos y su evolución en relación al movimiento de los cielos. Su uso aparece en todos los países y en todas las épocas exploradas por la ciencia histórica, más o menos siempre idéntico, con forma circular y doce subdivisiones, los doce signos que que llevan los mismos nombres junto a los siete planetas. Babilonia, Egipto, Judea, Persia, la India, el Tibet, China, América del Norte y del Sur, los países escandinavos, los musulmanes, y muchos otros han conocido el zodíaco y han practicado la astrología.
El círculo zodiacal está dividido por el número perfecto de doce, que corresponde a las doce constelaciones. Cuatro de ellas mandan los tiempos fuertes en la carrera solar: Leo, Tauro, Acuario y Escorpio. Como períodos culminantes de un ciclo, se intercalan entre los equinoccios (21 de marzo y 21 de septiembre) y los solsticios (21 de junio y 21 de diciembre), dividen las estaciones y también el círculo zodiacal en cuatro partes iguales de 90 grados cada una. El zodíaco es además una suma de símbolos cósmicos, fisiológicos, míticos y psicológicos enrraizados en lo más ancestral y sabio de la humanidad.
La representación más importante del zodíaco es la de un ciclo completo por experiencia y cada uno de sus signos expresa una fase evolutiva:
Aries: El impulso, en el orden cósmico es la impulsión primordial que precede al nacimiento del universo.
Tauro: El esfuerzo, la elaboración del numen y del semen, del espíritú y la semilla.
Géminis: La polaridad, la distinción entre espíritu y materia.
Cáncer: Pasividad, apego, en el orden cosmogónico corresponde a las aguas, en las cuales se depositan los gérmenes del mundo manifestado, la célula primogenia del mundo.
Leo: la Vida.
Virgo: la diferenciación, el fenomenalismo.
Libra: la sociabilidad, el justo medio que armoniza las tendencias opuestas.
Escorpio: la fermentación, la desgregación.
Sagitario: Dualidad entre los instintos primarios y las aspiraciones superiores, el retorno del hombre a Dios.
Capricornio: la Elevación, la muerte del universo físico.
Acuario: Paso a los estadíos superiores.
Piscis: El Mundo Interior, las aguas superiores, por oposición a las aguas inferiores de Cáncer.
El arte de la astrología maneja estos elementos consciente del ciclo, del eterno movimiento y sus repeticiones y mutaciones, en la correcta lectura de estos símbolos y sus influencias estriba la exactitud y la grandeza esta ciencia milenaria que le viene dada a la humanidad desde sus orígenes, escrita en los cielos desde la noche de los tiempos y que nos acompañará por siempre mientra el hombre sea hombre.
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